Mirando rostros, mirando corazones – Cristo para Todas las Naciones

Entonces los fariseos se fueron para pensar en cómo atrapar a Jesús en sus propias palabras. Enviaron a sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle: «Maestro, sabemos que eres amante de la verdad y que enseñas con verdad el camino de Dios; sabemos también que no permites que nadie influya en ti ni te dejas llevar por las apariencias humanas. Por tanto, dinos tu parecer. ¿Es lícito pagar tributo al César, o no?» Pero Jesús, que conocía la malicia de ellos, les dijo: «¡Hipócritas! ¿Por qué me tienden trampas? Muéstrenme la moneda del tributo.» Y ellos le mostraron un denario. Entonces él les preguntó: «¿De quién es esta imagen, y esta inscripción?» Le respondieron: «Del César.» Y él les dijo: «Pues bien, den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.» Al oír esto, se quedaron asombrados y se alejaron de él (Mateo 22:15-22).

En las notas al pie de esta historia de hoy encontré algo realmente extraño: cuando los enemigos de Jesús dicen «No te dejas llevar por las apariencias humanas». La traducción literal del griego para esto es: «No miras las caras de las personas». Naturalmente, los traductores tuvieron que reformular esa traducción, porque si lo dijeran exactamente así, nos haríamos la idea de que Jesús mantuvo los ojos en el suelo todo el tiempo. 

Pero hay otra forma en que se usan las «caras» en esta historia, y tiene que ver con las monedas. Jesús les dice que le traigan una moneda y ellos le dan una moneda de un denario. Como toda moneda, el denario tiene dos lados: el lado de la “cara” y el otro lado, el que llamamos “cruz”. La “cara” es la que tendemos a mirar primero: es más clara y más fácil de leer, por lo que no lleva mucho tiempo averiguar cuánto vale la moneda.

Entonces Jesús les pregunta: “¿De quién es esta cara en la moneda?”. Y continúa diciendo, algo así como: “Si su cara está en ella, dásela a él”.

No es que Jesús esté extremadamente preocupado por César y sus impuestos. Pero sí está muy preocupado por nosotros, por cada ser humano, porque llevamos la imagen y semejanza del Dios que nos creó. Si fuéramos monedas, ¡el rostro de Dios estaría estampado en nosotros! Y eso nos da nuestro valor.

Entonces, en este sentido, ¡Jesús sí mira las caras! Mira el rostro de Dios, que está estampado en todo su pueblo, y piensa: si tiene la imagen de Dios, es de Dios. Jesús murió y resucitó para traernos a todos los que tenemos la imagen de Dios de regreso a Dios, a quien pertenecemos — para siempre.

Oremos: Querido Jesús, haznos fieles portadores de la imagen de Dios. Amén.

Para reflexionar:

*¿Qué puedes hacer para acostumbrarte a ver la imagen de Dios en las personas que te rodean?

*¿Cómo cambiaría eso la forma en que tratas con ellos?

Escrito por la Dra. Kari Vo

Write a comment:

*

Your email address will not be published.

© 2008 - 2022 Cristo para Todas las Naciones Guatemala