Quiero cantar ahora por mi amado el canto de mi amado a su viña: Mi amado tenía una viña en una ladera fértil. La cercó y la despejó de piedras, y luego plantó en ella vides escogidas; en medio del campo levantó una torre, y además construyó un lagar. Esperaba que su viña diera buenas uvas, pero dio uvas silvestres. Y ahora, habitantes de Jerusalén, hombres de Judá: juzguen entre mi viña y yo. ¿Qué más podía hacerse a mi viña, que yo no le haya hecho? ¿Cómo es que dio uvas silvestres, cuando yo esperaba que diera buenas uvas?… En realidad, la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá son la planta en que él se complace. Esperaba él justicia, y sólo hay injusticia; equidad, y sólo hay iniquidad (Isaías 5:1-4, 7).
¡Qué desilusión! El dueño de la viña hizo todo bien, y aun así no obtuvo el resultado que esperaba. ¿Te ha pasado alguna vez que a pesar de haber dado todo de ti las cosas no salieron como esperabas? ¿Has intentado con todas tus fuerzas cambiar algo en tu vida, pero vuelves a hacer aquello que no quieres hacer? A mí también me ha pasado.
La buena noticia es que, por la cruz y pasión de Jesús, Él redimió la viña de nuestra vida y su iglesia para sí mismo. Él es la Vid verdadera, quien nos ha limpiado de injusticia y maldad. Jesús nos perdona, nos restaura y nos empodera con su Espíritu Santo, a quien recibimos en nuestro Bautismo. Ahora Dios ve el fruto de Cristo en nosotros. ¡Aleluya!
Oremos: Gracias, amado Dios, por cercar la viña de nuestras vidas con tus vigías celestiales, despejarla de piedras y luego plantar en ellas vides escogidas. Gracias porque levantaste la torre de tu santo templo en medio nuestro y construiste el lagar de nuestro Bautismo. Gracias por bendecirnos para que podamos ser de bendición para muchos más. Por Jesús. Amén.
Para reflexionar:
*¿Qué frutos ha producido el Espíritu Santo en tu vida?
*Medita en la paz de saber que Jesús te redime todos los días.
Escrito por la Diaconisa Noemí Guerra