De Judea llegaron algunos que enseñaban a los hermanos que, si no se circuncidaban según el rito de Moisés, no podían ser salvos… Pedro se levantó y les dijo: … ¿por qué ponen a prueba a Dios, al imponer sobre los discípulos una carga que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?… Jacobo respondió y dijo: …»Mi consejo es que no inquieten a los no judíos para que se conviertan a Dios, sino que los instruyan… (Hechos 15:1, 7b, 10, 13b, 19, 20)
Si estás familiarizado con los cinco lenguajes del amor, te cuento que mi segundo lenguaje de amor son los regalos. No me refiero a regalos costosos ni lujosos. Sino a regalos que griten que alguien pensó en mí. Eso llena el tanque de mi corazón. Uno de mis regalos favoritos son las flores. Para mí no hay nada más tierno que recibir una flor inesperada sin motivo alguno.
Tu salvación y la mía es un regalo gratuito, inesperado y sin motivo alguno que recibimos por gracia a través de la fe en Jesucristo. No hay nada que podamos hacer para merecerlo o ganarlo, ya que nuestras obras o esfuerzos humanos no pueden justificarnos ante Dios. Es un don divino que recibimos únicamente por su gracia.
En Hechos 15 algunos líderes religiosos insistían en la circuncisión como requisito para la salvación, tratando de imponer sus teologías equivocadas de que las obras son necesarias para la salvación.
Por lo tanto, debemos tener cuidado de no seguir a aquellos que insisten en ciertas prácticas religiosas como requisito para la salvación. En lugar de eso, podemos centrarnos en la gracia de Dios y en la obra de Jesucristo como una preciosa flor inesperada.
Oremos: Señor, ayúdame a nunca ponerte a prueba, al imponer sobre mis hermanos una carga que ni nuestros padres ni yo podemos llevar. Ayúdame a no inquietar a los no cristianos para que se conviertan a ti, sino a instruirlos en tu amor. Gracias por el regalo tan hermoso y refrescante de tu salvación. Amén.
Para reflexionar:
*¿De qué formas puedes demostrar amor y respeto por personas no creyentes cercanas a ti?
*Reflexiona en el regalo tan hermoso e inmerecido de tu salvación.
Escrito por la Diaconisa Noemí Guerra