De pronto salió una mujer cananea de aquella región, y a gritos le decía: «¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! ¡A mi hija la atormenta un demonio!»… Él le dijo: «No está bien tomar el pan que es de los hijos, y echarlo a los perritos.» Ella respondió: «Cierto, Señor. Pero aun los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.» Entonces, Jesús le dijo: «¡Ah, mujer, tienes mucha fe! ¡Que se haga contigo tal y como quieres!» Y desde ese mismo instante su hija quedó sana (Mateo 15:22, 26-28).
¡Guau! Ya sé que cada cristiano vive bajo la cruz de Cristo y ora con la esperanza de su misericordia. Pero no sé si me hubieran quedado esperanzas después de que alguien me diga “perro” y que ese alguien sea Jesús mismo. En este pasaje Jesús le habla a la mujer cananea de una manera que parece inicialmente despectiva y discriminatoria.
Pero lo que él estaba tratando de comunicar era que su misión estaba limitada al pueblo judío en ese momento. Después de todo, “Jesús envió a (los) doce, con las siguientes instrucciones: «No vayan por camino de paganos, ni entren en ciudad de samaritanos, sino vayan más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel” ver Mateo 10 versículos 5 y 6. Pero, aun así, sus palabras me suenan algo fuerte.
Sin embargo, la respuesta de la mujer demuestra su gran fe y humildad. En lugar de enojarse o retirarse, ella reconoce que, aunque no es parte del pueblo judío, todavía tiene derecho a recibir la ayuda de Jesús.
Jesús finalmente elogia la fe de la mujer y cumple su petición.
Oremos: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Aumenta mi fe. Llévame a tu monte santo y lléname de alegría en tu casa, donde escuchas mis oraciones y aceptas mi sacrificio de alabanza en el altar de tu cruz. Dame el valor y la fe de esta mujer. Que mis oraciones nunca cesen. Amén.
Para reflexionar:
*¿Estás dispuesto (a) a confiar en el plan perfecto de Dios para tu vida, aunque no siempre lo entiendas?
*¿Cómo puedes ser un instrumento de la obra de Dios en tu comunidad?
Escrito por la Diaconisa Noemí Guerra