[Jesús dijo] “Si me aman, obedezcan mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Consolador, para que esté con ustedes para siempre: es decir, el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir porque no lo ve, ni lo conoce; pero ustedes lo conocen, porque permanece con ustedes, y estará en ustedes” (Juan 14:15-17)
¿Alguna vez has visto una película o leído un libro sobre posesión demoníaca? La idea de tener un espíritu maligno viviendo en alguien es horrible. Jesús está hablando hoy de todo lo contrario. Como creyentes en Él, tenemos al Espíritu Santo viviendo en nosotros, lo más cerca posible, pero nunca forzándose sobre nosotros ni viniendo a donde no lo queremos. ¡No, Él nunca haría una cosa así! Se comporta como Jesús, lleno de gracia y de amor.
El Espíritu no es una fuerza o poder. De hecho, es una persona, es la tercera persona de la Trinidad, Dios junto con el Padre y el Hijo. No lo entendemos completamente, pero lo experimentamos, porque Él es quien nos hace creyentes en Jesús. Sin su ayuda, no conoceríamos ni confiaríamos en Jesús, sino que estaríamos en la oscuridad. El Espíritu Santo es la luz por la cual vemos. Y Él es quien nos consuela y nos fortalece, sosteniéndonos en la fe aun cuando sufrimos.
¡Qué maravilloso regalo nos prometió Jesús! Y cumplió su promesa en Pentecostés, cuando envió el Espíritu a todo el pueblo de Dios. Ahora todos los que confiamos en Jesús tenemos al Espíritu Santo como nuestro compañero constante que nos enseña, nos perdona y nos ayuda a crecer en Jesús hasta que alcancemos la medida plena de lo que Dios quiere que seamos.
Cuando estamos confundidos podemos pedirle al Espíritu Santo que nos dé sabiduría. Cuando tenemos miedo, podemos confiar en Él para que nos dé valor. Nunca estamos solos ni separados del Dios que nos ama. Y sabemos que esto es cierto porque Jesús nos lo prometió, y Él es Aquel que nos amó lo suficiente como para sufrir, morir y resucitar por nosotros.
Oremos: Querido Señor, ¡gracias por tu maravilloso don del Espíritu Santo! Amén.
Para reflexionar:
- ¿Cuánto sabes acerca de la obra del Espíritu Santo?
- ¿De qué maneras ha actuado el Espíritu Santo en situaciones concretas de tu vida?
Escrito por la Dra. Kari Vo