Nuestro Dios eterno – Cristo para Todas las Naciones

Ustedes saben que fueron rescatados de una vida sin sentido, la cual heredaron de sus padres; y que ese rescate no se pagó con cosas corruptibles, como el oro y la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, sin mancha y sin contaminación, como la de un cordero, que ya había sido destinado desde antes de que Dios creara el mundo, pero que se manifestó en estos últimos tiempos por amor a ustedes. Por él ustedes creen en Dios, que fue quien lo resucitó de los muertos y lo ha glorificado, para que ustedes tengan puesta su fe y su esperanza en Dios. Y ahora, ya que se han purificado mediante su obediencia a la verdad, para amar sinceramente a sus hermanos, ámense los unos a los otros de todo corazón, pues ustedes han nacido de nuevo, y no de una simiente perecedera, sino de una simiente imperecedera, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque: «Todo hombre es como la hierba, y toda su gloria es como una flor. La hierba se seca, y la flor se marchita, pero la palabra del Señor permanece para siempre.» Y éstas son las buenas noticias que se les han anunciado (1 Pedro 1:18-25).

Ningún matrimonio o familia dura para siempre. Mis abuelos estuvieron casados más de 70 años, pero al fin llegó la muerte. Las familias se distancian; las parejas se divorcian; las personas se mudan o se mueren. Hasta las naciones y los imperios llegan a su fin. En comparación con la eternidad, son como la hierba o las flores.

Pero nuestros corazones claman por algo en que podamos confiar, algo permanente, algo que dure para siempre. Y Pedro nos dice exactamente qué es eso: “La palabra del Señor”. La Buena Noticia es que Dios mismo ha visto nuestra angustia en este mundo quebrantado y lleno de maldad y ha venido a rescatarnos en la persona de Jesucristo. Jesús sabe por experiencia lo que significa trabajar duro, sufrir, sentir que las cosas en las que uno confía se desmoronan. Conoce la traición. Y conoce la muerte.

Pero gracias a que Jesús entregó su vida para rescatarnos y resucitó de entre los muertos para vivir para siempre, se ha convertido en el único lugar seguro y permanente para todos nosotros. Jesús nunca más morirá; eso significa que nunca podemos perderlo. Él nunca nos traicionará ni nos olvidará ni decidirá que no nos ama. Cuando estamos cansados podemos apoyarnos en Él. Cuando estamos asustados podemos correr hacia Él. Él es nuestro lugar seguro y nuestra Roca por la eternidad.

Oremos: Gracias, Señor, porque siempre estás disponible para mí. Amén.

Para reflexionar:

  • ¿Qué es algo en lo que confiaste que no duró tanto como esperabas?
  • ¿Qué diferencia hace en tu vida saber que Jesús y sus promesas son permanentes?

Escrito por la Dra. Kari Vo

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