Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”; tú le pedirías a él, y él te daría agua viva.» La mujer le dijo: «Señor, no tienes con qué sacar agua, y el pozo es hondo. Así que, ¿de dónde tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?» Jesús le respondió: Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás. Más bien, el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que fluya para vida eterna (Juan 4:10-14).
¿Alguna vez has tenido sed?
Sin duda alguna, pasar sed es algo incómodo, y empeora si no la saciamos pronto. Si no bebemos suficiente agua nos cansamos, nos irritamos, nos da dolor de cabeza, y hasta podemos llegar a sufrir serias consecuencias: desde una deshidratación, hasta la muerte. Es horrible morir de sed, y Jesús lo sabía bien. Es por esta razón que entra en Samaria, donde sabe que hay una mujer cuya alma herida moría de sed.
Cuando la encuentra, Jesús le ofrece de regalo el “agua viva” que solo él puede dar para saciar la sed de su espíritu sediento. A pesar de que ella se negó a darle un poco de agua de aquel pozo, Jesús le estaba ofreciendo algo que ella ni siquiera podía imaginar que existiera, algo sumamente importante: “agua viva”.
Si lo consideramos, constantemente nos negamos a darle a Dios lo que le corresponde. Pero, aun así, Él nos busca para brindarnos un hermoso regalo: “agua viva” … agua que está a disposición de todos de forma gratuita, pero que solo aquellos que le piden podrán apropiarse de ella.
El agua que Jesús nos ofrece no requiere de ningún esfuerzo humano y es fuente inagotable para saciar nuestro espíritu sediento.
Querido Jesús: Ayúdame a buscar el agua de vida en ti, fuente inagotable. Amén.
Para reflexionar
- ¿Reconozco mi necesidad de Cristo, la fuente inagotable de agua viva?
- ¿De qué maneras sacia mi alma día a día el agua viva que Cristo me ofrece?
Abigail Ramírez