Porque el mismo origen tienen el que santifica y los que son santificados. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos cuando dice: «Anunciaré tu nombre a mis hermanos, Y en medio de la congregación te alabaré» … (Hebreos 2:11-18).
¿Qué tienen en común los hermanos? Vienen de un mismo padre o madre, son criados en un mismo hogar, muchas veces llevan el mismo apellido y por lo general tienen alguna semejanza física o de personalidad.
En la familia de Dios ocurre algo similar. Dios es el Padre de Jesucristo. El Hijo es Dios de Dios, o sea que comparte ser divino con el Padre. Podríamos decir que son del mismo parentesco divino. Sin embargo, por amor a los seres humanos, el Hijo, quien es verdadero Dios, tomó sobre sí nuestra naturaleza humana. Quiso hacerse uno de nosotros para así darnos su vida y salvarnos del poder del pecado, el diablo y la muerte que nos aterroriza.
Como verdadero hombre, el Hijo de Dios pasa a ser nuestro hermano mayor, el primogénito entre muchos hermanos y hermanas. Somos de carne y hueso. Podríamos decir que somos del mismo parentesco humano. Por eso, Jesús sabe lo que significa ser tentado, sufrir y morir. Pero también tiene el poder divino de librarnos de la tentación del diablo y del miedo a la muerte. Tiene el poder para ser el autor de nuestra salvación.
Por medio de su Hijo, el Padre nos adopta por gracia como hijos suyos. Pasamos a ser miembros de una gran familia llamada la iglesia, que se esparce por todo el mundo y cuya cabeza es nuestro hermano mayor Jesús. Al fin de la historia nos pareceremos aún más al primogénito Jesús. Así como nuestro hermano mayor resucitó de entre los muertos, nosotros también resucitaremos con cuerpos gloriosos, libres de pecado e inmortales, para vivir eternamente con nuestro Dios y Padre celestial.
Gracias, Jesús, por ser nuestro hermano mayor y por habernos dado el privilegio de ser llamados hijos de tu Padre. Amén.
Para reflexionar
- ¿Qué retos y responsabilidades adquirimos al ser parte de una familia?
- ¿Qué bendiciones recibimos al ser miembros de la iglesia, la familia de Dios?
Prof. Leopoldo Sánchez