Luego Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo… (Mateo 4:1-11).
En la Biblia, el desierto es paradójicamente un lugar de oración y comunión con Dios, a la vez que un lugar de ataque espiritual donde el demonio tienta. El espíritu maligno acecha donde mora el Espíritu de Dios.
Ser guiado por el Espíritu implica que Jesús quiere ser obediente al Padre. Su obediencia se pone a prueba cuando el diablo lo tienta a alejarse de la misión para la cual fue ungido con el Espíritu Santo. “Si eres Hijo de Dios”, le dice el diablo. Pero el Hijo no hace nada en contra de la voluntad de su Padre. Está lleno del Espíritu Santo. El Hijo quiere lo que quiere el Espíritu Santo que mora en Él y lo conduce en su misión, y la voluntad del Espíritu Santo se alinea siempre con la voluntad del Padre.
Jesús quiso vivir “llevado” o guiado por el Espíritu Santo para vencer al espíritu maligno. Jesús le dice “no” al espíritu maligno, y al hacerlo le dice “sí” al Padre. Y todo esto lo hizo para librarnos a nosotros del diablo y de la seducción del pecado y del mal.
Como Jesús, nosotros también somos llevados por el Espíritu al desierto y allí el diablo nos tienta. La vida cristiana es la vida en el desierto donde somos tentados por el demonio y nuestra fidelidad como hijos de Dios es continuamente probada. Solos no podemos sobrevivir por el camino del desierto. Pero Cristo fue al desierto y expulsó al diablo de su vida para que en su nombre nosotros podamos mantenernos firmes contra los ataques del enemigo. Para resistir estos ataques, Jesús nos ha regalado la plenitud del Espíritu Santo quien nos acompaña en nuestros desiertos y ayuda a resistir al maligno.
Te alabamos, Dios todopoderoso, porque por medio de tu Hijo has expulsado al maligno de nuestras vidas. No nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Amén.
Para reflexionar
- ¿A qué tipos de tentaciones eres vulnerable?
- ¿Qué tipo de ayuda necesitas del Espíritu Santo para ayudarte a resistir las tentaciones?
Prof. Leopoldo Sánchez