Silencio que grita – Cristo para Todas las Naciones

Pero toda la multitud gritaba al unísono: «¡Fuera con éste! ¡Déjanos libre a Barrabás!» Barrabás había sido encarcelado por un levantamiento en la ciudad, y también por homicidio. Como Pilato quería soltar a Jesús, volvió a dirigirse al pueblo; pero ellos seguían gritando: «¡Crucifícalo, crucifícalo!» Por tercera vez Pilato les dijo: «¿Pues qué crimen ha cometido éste? ¡Yo no he hallado en él ningún delito que merezca la muerte! Voy a castigarlo, y luego lo dejaré libre.» Pero ellos seguían gritando, e insistían en que Jesús fuera crucificado. Al final, prevalecieron las voces de ellos y de los principales sacerdotes. La sentencia de Pilato fue que se hiciera lo que ellos pedían; puso en libertad a quien habían pedido, que había sido encarcelado por rebelión y homicidio, y puso a Jesús a la disposición de ellos (Lucas 23:18-25).

Jesús había sido horriblemente humillado por Herodes y sus secuaces y fue devuelto ante Pilato. Siendo Dios Todopoderoso, pudiendo evitarse tanto dolor y humillación, Jesús decide callar por amor a ti y a mí. ¡Cuánto amor! Jesús se mantuvo callado mientras la multitud insistía y gritaba que lo mataran. 

Pilato, por su parte, no escuchó el silencio de Jesús, sino que permitió que los gritos de las multitudes prevalecieran. Y, ¿qué gritan las multitudes hoy en día? Nos gritan que hagamos lo que se nos antoja cuando se nos antoja. Que no vale la pena vivir como Dios pide, que nos acomodemos, que pongamos nuestras necesidades primero, que crucifiquemos nuestra fe. Y después nos grita que Dios no nos perdonará, que nunca vamos a poder cambiar, que somos un caso perdido. Nos grita que crucifiquemos nuestra fe en Jesús.

Pero, el silencio de Jesús nos grita su amor y perdón incondicional. Y la voz de su silencio prevalece sobre los gritos del mundo. No podemos hacer más que guardar silencio reverente mientras recibimos su amor, perdón y nueva vida inmerecidos. Su amor silencia los gritos mentirosos del mundo. 

Oremos: Amado Jesús, gracias por guardar silencio por amor a mí. Amén. 

Para reflexionar:

  • ¿Te gusta pasar tiempo en silencio? ¿Por qué sí o por qué no?
  • ¿Qué está prevaleciendo en tu vida? ¿La insistencia del mundo o el silencio amoroso de tu Señor?

Escrito por la Diaconisa Noemí Guerra

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