Cuando Jesús vio que los invitados a la mesa escogían los mejores lugares, les contó una parábola: «Cuando te inviten a una boda, no vayas a sentarte en el mejor lugar, no sea que otro de los invitados sea más importante que tú, y cuando venga el anfitrión te diga: “Dale tu lugar a este otro”; porque entonces, con toda vergüenza, tendrás que ir a ocupar el último lugar. Así que, cuando seas invitado, ve más bien a sentarte en el último lugar, para que cuando venga el anfitrión te diga: “Amigo mío, ven y siéntate más adelante”. Así serás honrado delante de los otros invitados a la mesa. Porque todo el que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido.» Lucas 14:7-11
Aquí vemos a Jesús preocupado no por dónde nos sentemos en una fiesta de boda, sino por algo mucho más importante. La verdadera preocupación de Jesús se refiere a la fiesta de las bodas del Cordero, cuando Él venga en gloria y todo su pueblo se le una para celebrar en su reino (ver Apocalipsis 19:9). Al igual que con cualquier recepción de boda, habrá muchos invitados. Y por la forma en que se comportan antes de que comience el evento podemos ver lo que hay en sus corazones.
Algunos hacen una gran demostración de su fe. Tienen cruces por todas partes, son prominentes en la iglesia local y nunca soñarían con comer en público sin antes hacer una oración obvia para que todos los que están alrededor sepan que son cristianos. De hecho, es imposible pasarlos por alto; a juzgar por las apariencias superficiales, estas personas estarán sentadas justo al lado de Jesús en su reino.
Y luego están las personas tranquilas y humildes que no hacen mucho ruido. Son las que manejan las despensas de alimentos, llaman a los solitarios y silenciosamente ayudan a las personas necesitadas con comida o dinero. Pero rara vez se notan, y así quieren que sea. No se preocupan por su rango en el cielo o su imagen aquí en la tierra. Su atención está en otra parte. Sus corazones están enamorados de Jesucristo y todo lo que hacen, lo hacen con gratitud a Él. Nunca podrán olvidar que Él los amó lo suficiente como para sufrir, morir y resucitar por ellos, y traerlos a vivir con Él para siempre.
Está claro qué tipo de cristianos Jesús quiere que seamos. Si nuestros corazones están puestos en exhibición, no estarán puestos en Él. Pero si nuestros corazones están puestos en Jesús, se garantiza que nuestro asiento en la mesa será cercano. Después de todo, ¿quién se sienta más cerca del novio? Es la novia, ¿no? El que más lo ama.
Oración: Querido Señor, pon mi corazón en Ti. Amén.
Para reflexionar:
¿Cuál es el peor comportamiento que has visto en una recepción de boda? ¿El mejor?
¿Por qué crees que Jesús escogió la imagen de una fiesta de bodas para describir el tiempo en que estamos con Él para siempre?
Dra. Kari Vo