La muerte acecha – Cristo para Todas las Naciones

En ese momento estaban allí algunos que le contaron a Jesús el caso de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios que ellos ofrecían. Jesús les dijo: “¿Y creen ustedes que esos galileos eran más pecadores que el resto de los galileos, solo porque padecieron así? ¡Pues yo les digo que no! Y si ustedes no se arrepienten, también morirán como ellos”. Lucas 13:1-3

Hay situaciones trágicas en las que cualquier explicación corre el riesgo de ser absurda. Cuando mueren personas en una tragedia o accidente, el intento de explicar por qué algunos murieron y otros no es un sinsentido. No obstante, hay quienes se atreven a describir el lado oculto de la luna. Buscar una causalidad en cada muerte por tragedia es jugar a ser dioses, ponernos en jueces sin autoridad alguna para ello.

Sin embargo, en los días de Jesús había quienes insinuaban que las víctimas en un par de tragedias recientes merecían morir por su pecado. Eso implicaba deducir que quienes no habían muerto eran “inocentes”, y por lo tanto no tenían de qué arrepentirse. Jesús los confronta por su error. La lógica que pretendían aplicar era muy peligrosa para sus propias almas. La muerte acecha. Cualquiera puede ser alcanzado. No hay posibilidad alguna de especular con las tragedias de otros. Cada tragedia, si hemos tenido la bendición de no perecer, es un fuerte llamado de atención a vivir en sana conciencia ante Dios con un espíritu penitente y en paz con quienes nos rodean.

Nadie sabe el día ni la hora. Todos estamos expuestos. Las tragedias de otros no pueden usarse para considerarnos buenos o inocentes. Son oportunidades para reflexionar profundamente en nuestra condición espiritual y preguntarnos cuál sería nuestro destino eterno si el día fuera hoy. Jesús ha prometido perdón a todos los que reconocen sus faltas. Hoy es el día. Ahora es el momento. No especulemos.

Oh, santo Dios: te ruego que no me permitas especular con las tragedias de otros. Por tu hijo Jesús, conduce mi corazón a un sincero arrepentimiento. Amén

Para reflexionar

¿Has estado cerca de morir en una tragedia?

¿Qué sucedería si Dios decidiese llamarte hoy?

¿Qué cosas deberías ordenar en tu vida para vivir o morir en paz?

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