¿Era necesario? – Cristo para Todas las Naciones

Desde entonces Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y padecer mucho a manos de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y morir y resucitar al tercer día. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reconvenirlo: “Señor, ¡ten compasión de ti mismo! ¡Que esto jamás te suceda!” Mateo 16:21-22

Hace algunos años, una persona muy cercana fue operada de un tumor muy grande. Finalmente –angustia mediante– resultó ser un tumor benigno. Pero durante la cirugía los médicos debieron tomar la drástica decisión de amputar uno de sus riñones para extraer el tumor. Gracias a Dios ella puede llevar una vida normal, con chequeos regulares para que el cuadro no se repita. Pero la pregunta de cada nuevo médico ante el relato de su operación es siempre la misma: ¿era necesario amputar el riñón?

Cuando no conocemos la gravedad de la situación y especulamos con soluciones superficiales o fáciles, podemos preguntar con aires de autoridad: ¿era necesario? Pedro hizo lo mismo. Hacía poco había confesado a Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios. Pero lo que Pedro no podía entender –por ahora– era que la misión principal del Mesías era sufrir y morir por los pecadores como él. Como amigo, quiso impedirle a Jesús ese camino de sufrimiento. Debe haber otra manera, habrá pensado. ¿No hay alternativas? ¿Es necesario cortar por lo sano?

La gravedad de tu pecado y mi pecado imponía ese costo tan elevado. La palabra griega que lo describe es dei: necesario. Había sido Satanás quien ya le había sugerido a Jesús que eligiera el atajo de la fama y la gloria, en vez de la cruz. Aquí Satanás reaparece escondido bajo los buenos sentimientos de Pedro. Pero Jesús tenía su mirada en el drama de nuestra enfermedad mortal. Y ésta requería de un tratamiento muy costoso. ¡Alabado sea Dios que Jesús haya elegido pagarlo!

Amado Jesús: ¡Qué precio terrible has tenido que pagar por mis pecados! Reconozco que son graves. Perdóname y dame una vida sana y plena. Amén

Para reflexionar

¿Te ha tocado pagar algún precio que estimas excesivo?

¿Cuánto crees que vale una vida? ¿Está en tus manos pagarlo?

¿Estás dispuesto a pagar el precio para dejar algo que ofende a Dios?

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