Cuando Aarón termine de hacer la expiación por el santuario, el tabernáculo de reunión y el altar, mandará traer el macho cabrío vivo, pondrá las dos manos sobre la cabeza del animal, y confesará sobre él todas las iniquidades, rebeliones y pecados de los hijos de Israel, y luego lo soltará en el desierto por medio de alguien destinado para ello. El macho cabrío será soltado en el desierto, llevando sobre sí a tierra inhabitada todas las iniquidades del pueblo. Levítico 16:20-22
Aunque conozcamos poco de la Biblia, la expresión “chivo expiatorio” nos resulta muy familiar. A nadie le gusta ser el chivo expiatorio. Nadie quiere cargar con las culpas y fracasos ajenos.
¿Por qué a mí?, se pregunta la persona sobre quien se proyectan los males ajenos. Pero para eso son los chivos expiatorios: para expiar culpas de otros, para aliviar el peso de lo que avergüenza, aplasta o condena. La creación de chivos expiatorios puede ser algo patológico en familias, sociedades o naciones. Pero que Dios haya dispuesto de alguien inocente sobre quien cargar nuestras culpas, es incomprensible. ¡Y maravilloso!
En Israel se realizaba este rito sagrado una vez al año. Era el día de la expiación, en hebreo Yom Kippur. Era el día en que Dios proponía a su pueblo una especie de “borrón y cuenta nueva”. De ese modo Yahvé, el Dios de Israel, mostraba su misericordia, librando a su pueblo de las culpas pasadas, anticipando también lo que haría un día por medio de su Mesías de manera definitiva.
Cuando Jesucristo camina hacia la cruz, está asumiendo el papel del gran chivo expiatorio. Él va hacia el Calvario para que sean quitados de sobre nosotros todas las cosas que nos pesan, avergüenzan y condenan. Todas, hasta las más horribles e inconfesables. Cada cuaresma sirve para recordarnos semejante muestra de amor. ¡Inexplicable!
Querido Jesús: gracias por encaminarte a la cruz y hacerte cargo de mis culpas, vergüenzas y fracasos. Te alabo por un amor tan grande e inexplicable. Amén
Para reflexionar
¿Te ha tocado hacer el papel de chivo expiatorio alguna vez? ¿Cómo te sentiste?
¿Qué cosas confesarías hoy sobre la cabeza del “chivo expiatorio”, Jesús?
¿Has experimentado el perdón completo de todo lo que has hecho en el pasado?