Esta devoción se combina con el sermón de la Hora Luterana de este fin de semana, que se puede encontrar en lutheranhour.org.
Ustedes deben amar a sus enemigos, hacer el bien y dar prestado, sin esperar nada a cambio. Grande será entonces el galardón que recibirán, y serán hijos del Altísimo. Porque él es benigno con los ingratos y con los malvados. Por lo tanto, sean compasivos, como también su Padre es compasivo. Lucas 6:35-36
Hace años, nuestro amigo Bill le estaba enseñando a nuestra hija Elisa a andar en bicicleta. Tomó una toalla de playa y la enrolló. Cuando ella se montaba en la bicicleta, él le colocaba la toalla enrollada alrededor de la cintura y corría detrás de ella. Y cada vez que ella se caía, Bill estaba ahí, sosteniendo las riendas de esa toalla enrollada. Y la atrapaba.
Esta es una imagen de cómo Jesús enseña a sus seguidores. Jesús enseña tanto la Ley como el Evangelio. El Evangelio es la promesa de Dios de que Jesús siempre te atrapará cuando caigas. No importa qué tan fuerte caigas, qué tan lejos o con qué frecuencia. Jesús te atrapará. Él murió por ti. Él vive para ti. Él envía su Espíritu para sostenerte porque tú le importas. Y aun cuando el Evangelio nos hace hijos de Dios por la fe, Jesús nos sigue enseñando la Ley. ¿Por qué? Bill sabía que Elisa podría llegar a ser como él: una persona que sabe andar en bicicleta. De la misma manera, Jesús sabe que Él puede convertirnos en personas llenas del Espíritu que aman a Dios y aman a los demás, incluso podemos amar hasta a nuestros enemigos. La Ley y el Evangelio son las dos riendas de su enseñanza, que nos envuelven: su cuidado para quienes somos ahora y su convicción para las personas en las que nos convertiremos.
Nuestra hija tuvo algunas caídas grandiosas esa tarde. Hubo un momento en que el manubrio se torció hacia un lado y la bicicleta se salió de control, pero Elisa salió de entre esas ruinas, sostenida por las riendas de la toalla de playa de Bill. ¿Recuerdas cuando aprendiste a andar en bicicleta? Tuviste un momento en que sentiste como si un interruptor dentro de ti se encendiera. Lo que antes te era imposible se te volvió fácil. Y cuando se acciona ese interruptor, nunca se olvida. Pero mientras Elisa esperaba ese momento, aún necesitaba a alguien que tomara las riendas.
En esta vida mortal, pasa lo mismo con los seguidores de Jesús. Cuando escuchas la enseñanza de Jesús, algunos días vislumbras su visión de la nueva comunidad que él está creando. El interruptor está ahí, listo para ser accionado. Debido a que el Espíritu de Dios vive en nosotros, podemos ser como Jesús. Y un día lo seremos, por completo, cuando Jesús regrese para restaurar todas las cosas. Lo que antes era imposible se convertirá en algo que haces fácilmente. Pero ese día aún está por llegar. Y hasta que llegue, aún necesitamos que Jesús tome las riendas.
Así que, Jesús nos sigue enseñando. Y un día, Él dirá de su iglesia algo como lo que Bill dijo de nuestra hija: “Ella estaba ansiosa, lista y emocionada. Pero no sabía andar en bicicleta. Así que necesité todas mis fuerzas para evitar que se golpeara la cabeza contra el pavimento. Y ella confiaba en que yo iba a sostenerla fuertemente. Y después solté las riendas y ella simplemente anduvo en bici. Pero le tomó un tiempo”.
ORACIÓN: Querido Jesús, ayúdame a ser más como tú el día de hoy, y agárrame cuando caiga. Amén.
Para reflexionar:
Lee Lucas 6:20–49. ¿Qué tono de voz escuchas? ¿Firme? ¿Alentador? ¿Juguetón? ¿Serio?
Léelo en voz alta esta vez. Experimenta con diferentes tonos de voz. ¿Cuál te parece más apropiado?
Rev. Dr. Michael Zeigler, Orador de La Hora Luterana