
Cuando terminó de hablar, le dijo a Simón: «Lleva la barca hacia la parte honda del lago, y echen allí sus redes para pescar.» Simón le dijo: «Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y no hemos pescado nada; pero ya que tú me lo pides, echaré la red.» Así lo hicieron, y fue tal la cantidad de peces que atraparon, que la red se rompía. Cuando Simón Pedro vio esto, cayó de rodillas ante Jesús y le dijo: «Señor, ¡apártate de mí, porque soy un pecador!»… Pero Jesús le dijo a Simón: «No temas, que desde ahora serás pescador de hombres.» Llevaron entonces las barcas a tierra, y lo dejaron todo para seguir a Jesús.