Remordimientos – Cristo para Todas las Naciones

Como la fama de Jesús había llegado a ser muy notoria, el rey Herodes supo acerca de él y dijo: «¡Juan el Bautista ha resucitado de los muertos! ¡Por eso operan en él estos poderes!»… Y es que por causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, que Herodes había tomado por mujer, Herodes mismo había mandado que aprehendieran a Juan y lo encadenaran en la cárcel… Por eso Herodías le guardaba rencor, y deseaba matarlo; pero no podía porque Herodes temía a Juan, pues sabía que era un hombre justo y santo. Y aunque lo que Juan le decía lo dejaba confundido, lo escuchaba de buena gana y lo protegía. Pero llegó la oportunidad. En la fiesta de su cumpleaños, Herodes ofreció una cena a sus príncipes y tribunos, y a la gente importante de Galilea. Entonces la hija de Herodías se presentó en la fiesta y bailó, y tanto agradó esto a Herodes y a los que estaban con él a la mesa, que el rey le dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré… Ella salió y le preguntó a su madre: «¿Qué debo pedirle?» Y su madre le respondió: «¡Pídele la cabeza de Juan el Bautista!» Enseguida ella entró corriendo y le dijo al rey: «Quiero que me des ahora mismo, en un plato, la cabeza de Juan el Bautista.» Esto entristeció mucho al rey, pero por causa del juramento y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desairarla. Enseguida, el rey ordenó a un soldado de la guardia que le trajeran la cabeza de Juan. Marcos 6: 14, 17, 19-22, 24-27

¿Qué hacemos con los remordimientos? ¿Hay alguna forma de callarlos o de librarnos de ellos? ¿Y si fueran cosas realmente terribles las que hicimos, incluso cosas que causaron pérdidas importantes o la muerte? ¿Es posible liberarnos de ese remordimiento?

La buena noticia que Dios tiene para nosotros es que sí podemos ser libres, incluso del peor pecado y de la culpa. Él nos limpia por completo y nos hace nuevos. ¿Pero cómo? A través de su propio sufrimiento, muerte y resurrección. 

Esa es la razón por la que nació en nuestro mundo como el niño Jesús, nuestro Salvador. Creció entre nosotros como un ser humano, trabajando como nosotros trabajamos, viviendo como nosotros vivimos, pero sin hacer el mal jamás. Fue el único hombre verdaderamente inocente en la tierra. Y luego, por decisión propia, Él tomó nuestra culpa y maldad sobre sí mismo, intercambiando lugares con nosotros, sufriendo la muerte que deberíamos haber sufrido y pagando el precio que no pudimos pagar.

Jesús hizo esto voluntariamente, porque nos amaba. Y resucitó de entre los muertos, real y verdaderamente, para que supiéramos que todo había terminado, que nuestros males fueron cancelados, pagados, quitados para siempre. Jesús nunca volverá a morir, él vive para siempre. Y Él promete compartir esa vida y felicidad impecable, limpia y eterna con nosotros, con todos los que confiamos en Él. Su promesa es verdadera. Él no miente.

ORACIÓN: Señor, toma mis remordimientos y mi culpa y hazme limpio y nuevo en ti. Amén.

Preguntas de reflexión:
¿Alguna vez has hecho algo de lo que te arrepientas?
¿De qué formas te ayuda Jesús con tus remordimientos?

Dra. Kari Vo

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