La reunión – Cristo para Todas las Naciones

El amor inagotable y la verdad se encontraron; ¡la justicia y la paz se besaron! La verdad brota desde la tierra, y la justicia sonríe desde los cielos. Salmo 85: 10-11 NTV

Debido a las restricciones de la pandemia, muchas personas en oficinas comerciales y hasta parientes lejanos comenzaron a reunirse por Zoom o por conexiones en línea similares como una alternativa más segura a las reuniones en persona. El salmista describe aquí una reunión muy diferente, ¡sin necesidad de conexión a Internet! A diferencia de algunas reuniones familiares y de negocios, aquí no hay discusiones. Sólo hay un acuerdo perfecto, tanto que podríamos pensar que estamos escuchando una historia de amor. Después de todo, el “amor inagotable y la verdad” son temas apropiados para un sermón de bodas.

Esta es una historia de amor, en la que el amor inagotable y la verdad se unen. La justicia y la paz se besan. La fidelidad y la justicia se encuentran suspendidas entre la tierra y el cielo, pero el escenario de esta reunión no es una boda. Esta reunión ocurrió en un lugar sombrío e imponente en las afueras de la antigua Jerusalén, en un lugar de ejecución llamado Gólgota. Era un lugar que no sugería amor o fidelidad, a menos que fuera la fidelidad de los soldados romanos a su deber no deseado. No era un lugar de paz, sino de sufrimiento. Pero el encuentro ocurrió allí, en una cruz.

En la cruz de Jesús, el amor inagotable de Dios, su amor de pacto y su fidelidad se unieron. El Hijo de Dios fue clavado en la cruz y levantado para colgar suspendido entre la tierra y el cielo. Murió para pagar la deuda del pecado que teníamos. Soportó la pena de muerte que merecíamos por nuestra infidelidad, por nuestras injustas decisiones en pensamiento, palabra y obra. La fidelidad del Hijo, su obediencia a su Padre «hasta la muerte, muerte de cruz» (Filipenses 2: 8b) brota del suelo para ser recibida por la justicia que «mira desde el cielo». Es la justicia de Cristo mismo, quien con su muerte hizo que muchos fueran contados por justos (Isaías 53: 11b). Esa es la justicia que nos es otorgada a través de la fe, como un regalo de la gracia de Dios.

En la cruz, la justicia y la paz se besan. Estamos revestidos de la justicia de nuestro Señor y “justificados por la fe tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5: 1). Esta es una historia de amor, la historia del amor de Dios por el mundo y por las personas que creó. Su gran amor y fidelidad se han unido en su Hijo, un regalo para el mundo, “para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3: 16b). Jesús, el Cordero de Dios, el sacrificio perfecto por el pecado, nos ha limpiado en su sangre preciosa. 

Y, después de todo, hay una boda en esta historia. Jesucristo nuestro Esposo nos ha reclamado como su pueblo redimido, su iglesia, como su esposa. Las invitaciones continúan enviándose: “Bienaventurados los que han sido invitados a la cena de las bodas del Cordero.” (Apocalipsis 19: 9b). ¡Y no necesitas conexión a Internet!

ORACIÓN: Señor Jesús, nuestro Esposo, ayúdanos con tu Espíritu a vivir de forma que otros vean tu amor y paz a través de nosotros. Amén.

Preguntas de reflexión:
¿De qué forma estamos revestidos de la justicia de Cristo?
¿A quién has invitado últimamente para que asista a la “cena de las bodas del Cordero”?

Dra. Carol Geisler

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