¡Al mundo gozo proclamad! – Cristo para Todas las Naciones

¡Que brame el mar y su plenitud, y el mundo y todos sus habitantes! ¡Que aclamen al Señor los ríos, y que todos los montes se regocijen! El Señor viene a juzgar la tierra, y juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con rectitud. Salmo 98:7-9

Aunque nos hemos alejado bastante de la Navidad, este salmo fue la inspiración para el himno «Al mundo gozo proclamad». Las palabras del salmo, « ¡Canten alegres al Señor… El Señor viene a juzgar la tierra» (Salmo 98: 4a, 9a) inspiraron las conocidas palabras: «¡Al mundo gozo proclamad, ya vino su Señor!» Con este himno celebramos el primer advenimiento de Jesús. No se nos dice si los montes realmente cantaron de alegría cuando nació Jesús, pero quizás en esa primera noche de Navidad los montes alrededor de Belén resonaron con la alabanza de los ángeles cuando anunciaron la Buena Nueva a los pastores.

El salmo nos recuerda que el Señor mismo vino a la tierra. Quizás los montes cantaron de alegría al sentir los pasos de su Creador. Sabemos que el mar rugiente (de Galilea) obedeció voluntariamente su mandato: “¡Silencio! ¡A callar!» (Marcos 4: 39b). ¿Habríamos escuchado al río Jordán aplaudir cuando Jesús entró en sus aguas para ser bautizado? Ahora, si bien este salmo recuerda el nacimiento de Jesús, se regocija también en su segunda venida, diciendo que el Señor vendrá a juzgar la tierra. Cuando Jesús nació en Belén, no vino como nuestro Juez: “Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él” (Juan 3:17).

Jesús no vino a juzgar ni a condenar al mundo. Vino para ser juzgado y condenado en nombre del mundo. Él cargó con nuestros pecados en su cuerpo en la cruz, donde sufrió la pena de muerte que nosotros merecíamos. No debemos temer el juicio venidero, porque por la gracia de Dios mediante la fe en Jesús, nuestros pecados son perdonados, lavados en la sangre de Jesús. Pero el juicio viene y Dios ordena el arrepentimiento “porque él ha establecido un día en que, por medio de aquel varón que escogió y que resucitó de los muertos, juzgará al mundo con justicia” (Hechos 17: 31). El hombre designado es Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre, el Hijo resucitado y reinante a quien se le ha dado toda la autoridad.

Jesús viene a «juzgar al mundo con justicia y equidad». La creación misma «espera con gran anhelo» el día en que su Creador y Juez regrese y la libere «de la esclavitud del pecado» (Romanos 8). Según el salmista, el mar bramará (¡de alegría!), los ríos aclamarán y los montes cantarán de alegría ante su Señor. Nosotros también querremos aclamar y cantar – ¿y bramar? – porque el Señor que viene a juzgar la tierra es el mismo Señor que fue juzgado y condenado por nuestra salvación. Aclamaremos y cantaremos porque nuestro Salvador reina.

ORACIÓN: ¡Señor y Salvador, con toda la creación espero confiado el día de tu regreso! Amén.

Preguntas de reflexión:
¿Por qué crees que los montes habrían de «cantar de gozo» ante el juicio venidero del Señor?
¿Esperas «con ansioso anhelo» el regreso del Señor? 

Dra. Carol Geisler

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