En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros … 19 Y en esto sabemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestro corazón delante de él, 20 pues si nuestro corazón nos reprende, Dios es mayor que nuestro corazón, y él sabe todas las cosas. 21 Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios, 22 y recibiremos de él todo lo que le pidamos, porque obedecemos sus mandamientos, y hacemos las cosas que le son agradables. 23 Éste es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como Dios nos lo ha mandado. 1 Juan 3: 16a, 19-23
¿Alguna vez has lidiado con la culpa falsa? La culpa falsa es lo que sentimos cuando no tenemos razón para sentirnos culpables. Por ejemplo, cuando hemos hecho algo que en realidad no es un pecado, o porque estamos siendo tentados por algo, aunque no caigamos en esa tentación. Esta culpa no es correcta ni apropiada, pero existe y se siente tan horrible como la culpa verdadera.
Por eso me consuela lo que escribió Juan: “… pues si nuestro corazón nos reprende, Dios es mayor que nuestro corazón, y él sabe todas las cosas”. El Espíritu Santo nos dice en este versículo que no siempre tenemos razón cuando pensamos que hemos cometido un pecado y que Dios está enojado con nosotros. Para nosotros es fácil cometer errores, pero nuestra situación real puede ser muy diferente.
¿Qué hacemos cuando tenemos este problema? Exactamente lo mismo que hacemos cuando tenemos que lidiar con la culpa verdadera: corremos hacia Jesús en busca de ayuda. Juan nos dice: » Éste es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como Dios nos lo ha mandado «.
No es necesario que nos obsesionemos con los detalles exactos de nuestra posición con Dios o que tratemos de llevar la contabilidad; lo que sea que hemos hecho, ya está en el espejo retrovisor. Con culpa falsa o verdadera, Jesús nos quitará la carga y la pondrá en la cruz, dándonos a cambio su propia vida eterna, libre y gozosa como hijos de Dios, y llenándonos con su Espíritu Santo: Dios mismo, viviendo en y a través de nosotros. Este es nuestro consuelo.
ORACIÓN: Querido Señor, cuando no sepa si soy culpable o no, por favor dame tu misericordia. Amén.
Preguntas de reflexión:
¿Alguna vez has tenido culpa falsa?
¿Cómo “corres hacia Jesús” cuando necesitas ayuda y consuelo?
Dra. Kari Vo