Una de las presiones que los adolescentes viven muchas veces es llenar las expectativas de sus padres, algunas de estas son demasiado elevadas y grandes y esto crea mucha presión en los jóvenes.
Las expectativas de nuestros padres no son necesariamente malas, pueden ayudarnos a lograr cosas grandes y a mejorar en lo que hacemos. Lo que nuestros padres quieren para nosotros son cosas buenas, y estas expectativas pueden ayudarnos a mejorar en lo que hacemos y darnos una perspectiva a nuestra vida en los momentos en que no sepamos qué es lo mejor. Cuando estas expectativas se vuelven presiones y sobre exigencias los adolescentes deben de saber que Dios les ha dado un propósito grande, y que quiere que lo busquen por ellos mismos, por esta razón cuando los padres buscan continuar sus sueños por medio de sus hijos, no es sano para ninguno y rompe la relación que pueden tener entre ellos. El amor de los padres puede ser muy grande, pero este debe llevarlos a el propósito que Dios tiene para sus vidas.