Temor – Cristo para Todas las Naciones

Todos sus vecinos se llenaron de temor, y todo esto se divulgó por todas las montañas de Judea. Todos los que oían esto se ponían a pensar, y se preguntaban: “¿Qué va a ser de este niño?” Y es que la mano del Señor estaba con él. (Lucas 1:65-66).

Es un poco extraño que el milagro del nacimiento de Juan causara miedo en los vecinos de la familia. La alegría tiene sentido, pero ¿miedo? Y los ángeles en la historia de Navidad diciendo: “No tengan miedo”. ¿Qué está pasando?

Me pregunto si el problema no será la profunda extrañeza del nacimiento de Juan, y más tarde del de Jesús. Los milagros causan miedo, nos arrancan la cómoda ilusión que la mayoría de nosotros tenemos de que nuestra vida diaria está bajo nuestro control. Tendemos a esperar que los problemas sean de tamaño humano.

Pero los milagros exponen la verdad que vivimos en un mundo lleno de fuerzas mucho más grandes que nosotros que obran fuera de nuestro control. Este universo no fue hecho para nosotros, sino para Dios, que también nos hizo para sí mismo. Cuando olvidamos esto, es fácil entrar en pánico.

Es bueno saber la verdad, incluso cuando por un tiempo nos dé miedo. En este caso, hay un verdadero consuelo para nosotros: un Dios grande, santo y amoroso que ha enviado a su único Hijo Jesús para ser nuestro Salvador. Nuestro mundo puede no ser cómodo, pero es infinitamente más seguro porque Jesús ha sufrido, muerto y resucitado por nosotros y nos sostiene firmes en la palma de su mano.

Señor, ayúdame a confiar en ti y en nada más. Amén.

Para reflexionar
¿Cuándo confiaste en algo que al final terminó siendo falso?
¿Cuándo descubriste que eso no era confiable?
¿Por qué crees que Dios es confiable?

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