Corazones rasgados – Cristo para Todas las Naciones

Por eso, vuélvanse ya al Señor de todo corazón, y con ayuno, lágrimas y lamentos. —Palabra del Señor. Desgárrense el corazón, no los vestidos, y vuélvanse al Señor su Dios, porque él es misericordioso y clemente, lento para la ira y grande en misericordia, y le pesa castigar. Tal vez el Señor su Dios cambie de parecer y deje bendiciones tras de sí, es decir, trigo y vino para que le presenten ofrendas y libaciones. Joel 2:12-14

Durante el tiempo de la cuaresma los cristianos somos llamados al arrepentimiento, a un sincero regreso a Dios, a un cambio de vida que se ajuste a Su voluntad. A veces es tanto lo que tenemos que cambiar y dejar atrás, que ni siquiera consideramos que sea posible.

No es fácil cambiar. No es fácil dejar de lado aquello que sabemos –de alguna manera– que es malo, pero que nos gusta demasiado como para resignarlo. Entonces tratamos de justificarnos, convenciéndonos de que “eso” no es tan malo y comparándonos con los demás. Pero dicha estrategia no nos acerca a Dios. Todo lo contrario. Puede que nos tranquilice por un tiempo, pero no nos pone en paz con Aquel que juzga con justicia nuestra conducta. La meta no ha de ser tranquilizarnos o justificarnos, sino abrir nuestro corazón para que Él nos cure, renueve y perdone. ¿Nos avergüenza? ¿Con qué Dios tememos encontrarnos? ¿Querrá destruirnos sin remedio?

No nos rasguemos las vestiduras, sino el corazón. El salmista nos recuerda que Aquel que nos ve y conoce a fondo es un Dios lleno de misericordia. “Cercano está el Señor para salvar a los que tienen roto el corazón y el espíritu” (Salmo 34:18). Esto ha de movernos a un arrepentimiento sincero. Si nuestro corazón sangra, hay un Dios lleno de gracia dispuesto a sanarlo. No callemos. No nos escondamos. El que podría destruirnos, desea salvarnos, perdonarnos, cambiarnos para bien.

Padre santo: abro mi corazón pecaminoso ante tu santa mirada. Perdóname y renuévame. Por el amor de Jesús. Amén

Para reflexionar
¿Qué te impide disfrutar de la paz y del perdón de Dios?
¿Has tratado de justificarte en vez de confesar ante Dios y tu prójimo?
¿Qué duda te queda acerca de la misericordia divina?

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