Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas. 12 Pero el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, huye y abandona las ovejas cuando ve venir al lobo, y el lobo las arrebata y las dispersa. 13 Al que es asalariado, no le importan las ovejas. 14 Yo soy el buen pastor. Yo conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, 15 así como el Padre me conoce a mí, y yo conozco al Padre; y yo pongo mi vida por las ovejas. 16 También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a aquéllas debo traer, y oirán mi voz, y habrá un rebaño y un pastor. 17 Por eso el Padre me ama, porque yo pongo mi vida para volver a tomarla. 18 Nadie me la quita, sino que yo la doy por mi propia cuenta. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volver a tomarla. Este mandamiento lo recibí de mi Padre.» Juan 10:11-18
Cuando era pequeña tenía un peluche que amaba mucho. Cuando lo perdí, no paraba de llorar. Lo busqué por todas partes. Nada podría reemplazar ese juguete, por más gastado y golpeado que estuviera. Era mío.
“Mío” es lo que mi esposo el pastor dice en su corazón acerca de las personas que le importan. Cuando se levanta de la cama a las 2 de la mañana para ir al hospital por alguien, se puede escuchar esa palabra resonando en la oscuridad. Cuando visita en la cárcel a alguien que ha hecho un desastre en su vida, esa palabra le dice por qué. Esas son las personas que Dios le ha confiado; las ama y se sacrificará por ellas.
“Mío” también es lo que Jesús dice de ti. Le perteneces y nada puede reemplazarte. Él te ama con todo su corazón y se preocupa por ti todos los días de tu vida. Él es tu Pastor y tú eres su oveja amada.
Pero va más allá de esto. Él te ama tanto, que dio su vida por ti para salvarte de la muerte eterna. De eso se trataron la cruz y la tumba vacía. Él quiere que estés con Él para siempre, que nunca te separes de Él. Dios quiere que vivas con Él para siempre junto con todo el pueblo de Dios, y para ello está dispuesto a pagar cualquier precio.
ORACIÓN: Señor Jesús, ¡gracias por hacerme tuyo. Amén.
Preguntas de reflexión:
¿Cómo cambia tu comportamiento cuando algo es “tuyo”?
¿Hay alguna circunstancia en la que el «mío» de Dios hacia ti no te hace feliz?
Dr. Kari Vo