Vuestra Soy

Carta a Laura

Querida hija, me decías en tu carta que está atravesando un periodo de confusión. Parece, me dices, que cuanto más luchas por hacer desaparecer tu “yo” separado de Dios, más parece crecer. Bueno a veces ocurre, no te pongas nerviosa, lo bueno es que estas luchando. Pero pienso que la mejor lucha es sin embargo el abandonarse en Dios. A mí me ayuda este poema a entender, que con Dios la mejor batalla es la que termina en nuestra rendición.

VUESTRA SOY

Vuestra soy, para vos nací
¿Qué mandáis hacer de mí?
Veis aquí pongo mi corazón
Yo le pongo en vuestra palma
Mi cuerpo mi vida y alma
Mis entrañas y afición;
Dulce esposo y redención;
Pues por vuestra me ofrecí
¿Qué mandáis hacer de mí?

Dadme muerte o dadme vida;
Dad salud o enfermedad
Honra o deshonra me dad
Dadme guerra o paz cumplida
Flaqueza o fuerza a mi vida
Que a todo diré que sí
¿Qué mandáis hacer de mí?

Dadme riqueza o pobreza,
Dad consuelo o desconsuelo
Dadme alegría o tristeza
Dadme infierno o dadme cielo
Vida dulce, sol sin velo
Pues del todo me rendí
¿Qué queréis hacer de mí?

Si queréis dadme visión
Si no, dadme ceguedad
Si abundancia y devoción y si no esterilidad
Soberana Majestad, sólo hallo paz aquí
¿Qué queréis hacer de mí?

Si queréis que esté holgando
Por amor quiero holgar
Si me mandáis trabajar
Morir quiero trabajando.
Decid donde, cómo y cuando
Decid, dulce Amor, decid
¿Qué queréis hacer de mí?

Dadme Calvario o Tabor
Desierto o tierra abundosa
Sea Job en el dolor o Juan que en el pecho reposa
Sea yo viña fructuosa o estéril, si cumple así
Qué queréis hacer de mí ?

Este es el testimonio de alguien abandonado en Dios entregado a él, sin reproches ni quejas, es el lenguaje del abandono sin condiciones, de la rendición del amor.

El que se ha abandonado a Dios no se mira ya a sí mismo. No desea encontrarse bien ni mal, a gusto o a disgusto, aquí o allá, feliz o triste, solo o acompañado, en la patria o en tierra extraña, con amigos o sin amigos…lo que desea es encontrarse en Dios, porque el amor nos enseña que “Sólo Dios basta”, que si le tenemos a él, no nos falta nada.

Sin duda Dios quiere hacerte aprender esto: Sólo él debe bastarte para tenerlo todo, no necesitas más, nada te falta.

Dios no puede tener competidores, pero esto lo hace solo por una causa; porque esto es lo mejor para nosotros, es el todo del hombre y el desea llenarle de su plenitud. Con él no hay carencias ni derrotas, con él se encuentra la plenitud. Hasta que no disfrutes de él como él desea ser disfrutado, estarás lo quieras o no en lucha con él. Y si te aprieta y no te da respiro, es porque te ama hasta la muerte de cruz. El desea que comprendas que tu felicidad no depende de las circunstancias por las que pases, no depende de tu cercanía o distancia a determinadas personas, sino de su bendita persona.

Dices no notarle, pero tienes que desearle por encima de todo, abandonarte con sed anhelante en sus manos, sin desear nada más. No pidas cambios, pídele a él. No pidas nada de él, pídele a él. Enamórate de él, pierde la cabeza por él, piérdelo todo por su amor, vuélvete loca, embriágate de él hasta reventar; “Dame consuelo o desconsuelo”, pero date a mí.

“Pues por vuestra me ofrecí…Pues del todo me rendí… ¿Qué queréis hacer de mí?

Morir es rendirse. No rendirse por rendirse, porque no queda otra; es rendirse en el Amado, por amor y para amar y ser amada.
Si tu vida es una queja continua y un continuo dolor, pero ese dolor es por ti misma, es un dolor estéril. Explota, pero explota de amor. No te busques a ti sino a él.

El anhelo de Dios es que habite Cristo en tu corazón, para que puedas llegar a conocer su amor ilimitado. Entonces estarás llena de toda la plenitud de Dios.

En abandono y rendición totales y con total obediencia ama al que es todo para tí. Dios no se va a rendir, te tienes que rendir tú. Reflexiona, medita, rumia una y otra vez esto y vence de una vez y para siempre. Aprende de la sabina, te envío una foto, el árbol de la Isla del Hierro que no pelea contra el viento, sino que se inclina para que éste, pase a su través. La sabina no pelea contra el viento, sino que disfruta de él.

Dios no desea hacer de tu corazón un almacén de cosas sino un templo de amor, donde él lo llene todo.

En el Templo de Jerusalén había tres partes el atrio, el lugar santo y el lugar santísimo, llamado en hebreo: “Debir”, que significa, “la parte de atrás” y por añadidura, lo oculto, lo secreto, lo más profundo. Recuerda que Jesús nos dijo que cuando orásemos entrásemos en el lugar secreto. El se estaba refiriendo precisamente al Debir. A nuestro Debir y naturalmente no al del Templo. El velo que era su cuerpo ya se rompió y ahora podemos entrar no en ese lejano Templo, sino en nosotros mismos. Esa zona profunda de nuestro ser que es Templo de Dios donde el Padre está, donde el Padre nos oye. Tu tienes un Debir, es lo más profundo y secreto de tu ser, y allí está tu Padre que ve en lo secreto. No tienes que ver, ni sentir, sólo saber que él está allí, esperando. ¿No notas a Dios ahora?; no importa cree y conoce la verdad, porque esta verdad te dará la libertad sobre ti misma. Deja de ser tu verdugo, cree a Dios y no a tus sensaciones.
¿Cómo llegar al Debir? Cierra los ojos y ya estás allí.

Al principio te costará trabajo, sobre todo creerlo. Como te he dicho muchas veces, tienes que realizar todo un éxodo interior hasta el Debir, hasta que descubras lo cerca que está. Pero ese éxodo es necesario, debes atravesar tu mar rojo, tu desierto interior, tu sed, tu sequedad, tu hambre, tus carencias y pecados, tus cobardías y depresiones, tus frustraciones y miserias, pero; ¿qué crees que es esta angustia que sientes ahora, sino precisamente eso, tu desierto? Los judíos no tardaron nada en llegar a la tierra prometida, pero no entraron por miedo a los gigantes y pasaron entonces cuarenta años dando vueltas por el desierto. Sólo les habría bastado abandonarse en Dios y entrar a tomar posesión de lo que ya tenían.

Cierra tus ojos y di simplemente: “Creo, creo que este es mi Debir, se que tu, Padre mío, estás ahora aquí y ahora me rindo del todo a ti. A partir de ahora pase lo que pase sólo diré Soberana Majestad ¿qué queréis hacer de mí?”. Visita cada día el lugar secreto con confianza SABIENDO QUE TU PADRE QUE VE EN LO SECRETO ESTA ALLI Y TE OYE AMOROSAMENTE SIEMPRE. Si de momento no sientes nada, no importa, te recuerdo que lo primero es conocer esta verdad esencial. Ya vendrán las lágrimas de amor y las consolaciones de Dios. Entonces todo ya te dará lo mismo, porque estarás tan llena y colmada de su fruto, que todo te dará igual, porque ahora morarás en la región de la semejanza y no en la de la desemejanza que es donde te encuentras ahora, en esa tierra interior que te resulta extraña y ajena a Dios.

A veces nos ocurre lo que a la abuela Mari, se pone como loca a buscar las gafas y resulta que las lleva puestas. A ti te sucede lo mismo, buscas a Dios y Dios está en ti. Solo debes caer en la cuenta.

Te quiero, Papá