UN MATIZ IMPORTANTE – Cristo para Todas las Naciones

Mirar la estructura y el funcionamiento de la naturaleza es siempre maravilloso pero algunas veces es además aterrador. ¿Por qué necesitamos para sobrevivir destruirnos unos a otros? No es sólo que unos animales se coman a otros, se trata además de la manera en que las cosas están organizadas. Unos segregan venenos mortales, otros poseen enormes dientes capaces de desgarrar sin piedad a sus piezas y algunos disponen de una “tecnología” de captura sorprendente. Piensen por ejemplo en la tela de araña, diseñada como una siniestra y mortal trampa. ¿Por qué tanta violencia y tanto dolor estructural en un mundo que ha sido creado como bueno? No basta consolarse diciendo que es culpa del pecado, a no ser que pensemos que la tela de araña, el veneno de las serpientes y escorpiones y otras cosas por el estilo son también frutos del mismo.

 

Esta crueldad mantiene a los seres temerosos los unos de los otros y estresados en todo momento. Los hombres hemos aprendido a lo largo de los milenios a desarrollar estrategias capaces de darnos seguridad y protección. En realidad nos hemos convertido en los seres más destructivos de todos, los únicos que poseen el potencial de hacer desaparecer del planeta todo rastro de vida. La perspectiva de la vida desde el punto de vista de la araña es cruel y desde el punto de vista de su presa aterrador.

El principal problema del ser humano, es en la mayoría de los casos otro ser humano que se convierte en depredador. Los más fuertes destruyen a los más débiles y en el mundo la injusticia, la esclavitud, la violencia, la guerra y la explotación son lo cotidiano. ¿Cómo se debe vivir en un mundo como este?

 

En el siglo VIII d C, un monje oriental llamado Shantideva escribió una de las oraciones más hermosas que he leído. Transcribo a continuación un extracto de la misma.

 

…que el dolor de cada ser sea sanado por completo.

            Sea yo doctor y medicina…para todos los seres enfermos…hasta que hayan         sanado por completo.

            Que lluevan el alimento y la bebida para aplacar toda el hambre y toda la sed. Y             que en tiempo de hambruna pueda yo convertirme en bebida y alimento.

            Pueda yo convertirme en tesoro para los pobres y destituidos…

            Que sin sentimiento de pérdida alguno, pueda yo hacer donación de mis   posesiones e incluso de mi cuerpo…para ayudar a todos los seres.

            Pueda yo convertirme en guía de quienes se han perdido, en puente…y navío       para que quienes deben cruzar las aguas.

            Pueda yo convertirme en isla para quienes buscan refugio y en lámpara para       quienes buscan la luz.

            Pueda yo convertirme en lecho para quienes necesiten descansar y en esclavo      para quienes deseen uno.

            Hasta que vayan más allá del dolor pueda yo convertirme en fuente de vida…

 

En esta oración hay un matiz que la hace diferente a otras, pues expresa claramente el sentimiento que hubo en Cristo.

Jesús no tuvo suficiente con enseñarnos a dar de comer al hambriento o dar de beber al sediento. El mismo fue más allá y se hizo comida y bebida. No le importó hacerse víctima, caer voluntariamente en la tela de araña de la cruz, porque comprendió que la entrega por amor es la fuente de la que mana la vida para todos.

Ese es el matiz trascendental de la cruz. No basta con dar cosas, se trata de darse a sí mismo, para que otros vivan. Jesús dijo que el que no tomaba su cruz y le seguía, no era digno de él. No se trata de tomar cualquier cruz; se trata de tomar “esa” cruz, porque esa actitud de donación es la de la cruz de Cristo. Esa cruz no solo se transporta (como hizo el Cireneo); en ella se muere en actitud de entrega por amor. Si lo hacemos así, podremos también hacer nuestra la oración que hemos leído: …pueda yo convertirme en bebida y alimento.

 

Si, en la naturaleza hay  mucha crueldad y dolor, pero también hay amor suficiente como para asumir la vida como una ofrenda de compasión hacia los demás. Eso es tomar la cruz y seguir a Cristo, esa es la forma, no hay otra manera digna de ser cristiano.

  1. 29 julio, 2011

    Agradezco personalmente al Dr. Velilla por ser un libro abierto para muchos que necesitamos saber de verdades tan claras para nuestro diario vivir.

    Dios bendiga al Dr. Velilla por ser un valioso instrumento de Dios.

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