Consejos de Paz – Cristo para Todas las Naciones

Es un pequeño librito, pero es el libro religioso que más ediciones ha tenido en la historia desde su aparición en el siglo XIV. Se trata del Kempis.

Kempis

Les confieso que en numerosas ocasiones Dios ha dado respuestas a mis preguntas por medio de su lectura. Creo que el libro es muy beneficioso también en nuestros días, aunque claro está no tenemos que estar de acuerdo con todo lo que afirma.

En el capítulo 23 del libro tercero encontramos unos consejos destinados a obtener la paz del corazón que deseo comentar, el texto reza así:

…trata más bien de hacer la voluntad de otro que la tuya propia. Elige siempre tener menos que más…busca continuamente el último lugar y estar debajo de todos… desea constantemente que la voluntad de Dios se cumpla en ti perfectamente y ruega por esta intención.
En verdad te digo que el que pone en práctica estas cuatro cosas entra en la mansión de la paz y del descanso.

No estará de más hacer el intento y recordar estas cosas cuando estemos desprovistos de paz y oprimidos por la tristeza.
¿Será que en el origen de la guerra y la tristeza se haya en el olvido de estos pequeños consejos evangélicos diarios?

Seguramente afirmar actualmente que hay que hacer la voluntad de los demás en vez de la nuestra suena a una especie de suicidio psicológico. Tenemos un miedo congénito a perder el control si cedemos nuestros derechos para satisfacer los de los demás. Y este temor está ampliamente justificado porque vivimos en una sociedad que a la menor debilidad nos manipula y anonada.
¡Imagínate lo que sucedería si los demás supieran que estamos dispuesto a hacer su voluntad y no la nuestra, seríamos simples juguetes en sus manos! Por ejemplo imagínate que alguien te pide que le lleves una pesada carga por una milla o aquella blusa que te gusta tanto, o que te pide prestado el MP3. Imagínate que te piden que cuides a los pesados de tus sobrinos o que tengas que cambiar tus planes de ir al cine precisamente ese día. No comprendes por qué eres precisamente el que tienes que cambiar tus planes ¿No pueden los demás cambiar los suyos para adaptarse a los tuyos?
Así comienzan los pequeños conflictos que crecen y terminan por quitarnos la paz.
Hacer la voluntad de los demás es una manera de decirnos que no seamos egoístas, que nos parezcamos a Aquel que hizo de la voluntad de su Padre su razón de vivir y que nos enseñó:  No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.
No se trata de dejarse manipular, se trata en la mayoría de los casos de ser capaces de hacer pequeños favores a los que tenemos cerca. Esto fomenta la paz.

Nos han enseñado que es de mala educación escoger el pedazo de tarta más grande. Pero el sentido de esta práctica va más allá de la simple urbanidad. Elegir el pedazo pequeño no genera en el que tenemos enfrente ninguna reacción negativa y mantenemos la paz. Esa paz bien merece un pedacito menos, ¡además con un poco de suerte nuestra actitud será recompensada y podremos repetir del pastel! Pero si no es así habremos contribuido a mantener y fomentar la paz. ¿Se imaginan lo que sucedería si los países hiciesen lo mismo?

Saber humillarse es saber colocarse en el lugar que nos corresponde. El que se pone en el último lugar no puede temer estar más abajo. Si te quedas allí, ¡no pasa nada!, se capaz de alegrarte del mejor lugar que ocupa tu hermano y si te colocan más arriba eso habrás ganado sin haber tenido roces con nadie que reclame tu puesto. El mejor lugar es el que Dios ha dispuesto para ti, el que sólo Dios conoce. Así que mejor colócate al final y debajo y verás como el Señor te pone donde debes estar, porque el que está con Dios ha experimentará que para con El no hay último puesto. Hazlo y conservarás la paz a tu alrededor y no sabrás lo mal que se pasa siendo desplazado hacia abajo por el Señor en el banquete de la vida.
Ya sabes: el que se humilla…

Y por encima de todo desea con toda tu alma y pide que la voluntad de Dios se cumpla en tu vida, porque esa es la clave de toda paz.

  1. 16 abril, 2012

    quiero decirles que entre a este lugar porque me he sentido triste, talbes porque he sido humillado, por escojer el ultimo lugar, o por darlo casi todo.
    muchas veCes me he sentido torpe y como un tonto, pero al final descubro que tengo muchos amigos y ellos dicen que soy bueno y no hablan en mal de mi y eso me da parte de la paz.
    les confieso que paso muchos ratos tristes como este, pero son muchos mas los que Dios me consuela.
    que Dios le bendiga como yo he recibido de este consejo.
    grasias.

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