Lunes, 11 de marzo 2013
(Carta a mis dos hijos adolescentes)
Bueno, chicos. Yo nunca dije que ustedes “son el futuro de la Iglesia”. Y nunca lo haré. La Biblia dice que la Iglesia está edificada “sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Jesucristo mismo la piedra angular” (Efesios 2:20). Jesús es el futuro de la Iglesia. Jesús es “el mismo ayer, hoy y por los siglos” (Hebreos 13:8). Jesús tiene un futuro, por lo que cada persona conectada a Jesús tiene futuro.
Por eso, más que cualquier otra cosa, su mamá y yo queremos que se conecten con Jesús. Es por eso que los hemos bautizado a cada uno de ustedes. Por eso es que les leemos todas las historias de la Biblia como a niños pequeños. Es por eso que tenemos un tiempo de devoción, cuando en realidad podríamos estar comiendo juntos. Es por eso que hemos orado por ustedes desde el primer día. Es por eso que los hemos enviado a una escuela primaria luterana. Es por eso que nos aseguramos de que sepan el catecismo. Es por eso que siempre van a la iglesia. Y es por eso que somos luteranos de la LCMS (Sigla en inglés para Iglesia Luterana Sínodo de Misurí). La LCMS es simplemente lo mejor a lo que podemos ir para los luteranos ortodoxos, todo es acerca de Jesús, todo acerca de estar conectado a Jesús.
La Iglesia tiene una profunda responsabilidad de prestar atención a los jóvenes. La Biblia lo enseña en todo el lugar. Hoy en día, el Sínodo de Missouri tiene un poco menos de la mitad de los jóvenes en edad escolar de lo que tenía cuando me gradué de Sioux City, East High en 1980. ¿Por qué? Principalmente porque estamos siguiendo una tendencia nacional de los estadounidenses de ascendencia europea que están teniendo menos hijos.
De cualquier manera, como jóvenes de la Iglesia Luterana, ¡ustedes son bienes preciosos, por cierto! Pero no dejen que se les suba a la cabeza. La Biblia enseña que los jóvenes son muy propensos a los pecados particulares y graves. “No te acuerdes de los pecados de mi juventud” (Salmo 25:7). Y yo casi ni tengo que decirte lo que son. Lutero dijo que los pecados de la juventud tienden a ser sexuales, mientras que los pecados de la vejez son la codicia. Todo pecado condena. “La paga del pecado es muerte” (Rom. 6:23). Nunca he pegado ningún puñetazo a la enseñanza de lo que la Biblia dice acerca del pecado. Nos merecemos el infierno, pura y simplemente. “Pero el don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús” (Rom. 6:23). Y por eso hemos hablado siempre de perdón en casa a cada uno. Somos pecadores. Somos pecadores perdonados. Y así nosotros, los pecadores perdonamos a otros que pecan contra nosotros. Somos gente del Evangelio a quienes nos rodean. El cristianismo no es acerca de la ética. Es acerca de Jesús.
La liturgia del domingo les muestra por qué vamos a la iglesia. Lutero dijo que somos mendigos que están de pie delante de Dios con un saco vacío. ¿Qué sucede en la liturgia? El pastor inicia en el nombre del Dios Trino. ¡Dios está ahí para hacer lo que hace! Después, en la confesión de los pecados, “Yo, un pobre pecador miserable…” decimos: “¡Dios mío, tengo un saco vacío!” Si ustedes no creen que son pecadores, si no creen que su bolsa está vacía, nunca van a entender por qué vamos a la iglesia. “En el lugar y por orden de mi Señor Jesucristo te perdono todos tus pecados”, dice el pastor. Deja caer una carga de perdón, gracia y misericordia en su bolsa. Y vos decís: “¡Amén! ¡Vamos todavía! ¡Está en mi bolsa!” Después, se leen las Escrituras, y más gracia, Evangelio y misericordia se son puestos ahí. Después el sermón es predicado, y les dicen que están condenados por la ley, pero que Jesús no viene sino para los pecadores. ¡Hurra! «¡No vino por los justos sino por los injustos!» (Marcos 2:17). Y al final del sermón, ustedes dicen (y no dejar esto al pastor), “¡Amén! ¡Lo tengo en la bolsa!” A continuación, se arrodillan ante el altar para recibir el cuerpo y la sangre de Jesús. “Tomen y coman, el cuerpo y sangre de Cristo para ustedes, para el perdón de todos sus pecados.” Y dicen otra vez: “¡Amén! ¡Está en mi bolsa!” Esto sigue a través de la bendición de Aarón: “El Señor te bendiga y te proteja, haga resplandecer su rostro sobre ti y te conceda la paz”. ¡Amén! ¡Amén! ¡Amén! Está en la bolsa. Ya lo tengo atado y puesto sobre mi hombro mientras me dirijo afuera de la iglesia.
Ahora, ¿cómo voy a vivir con esa gran bolsa de perdón, gracia y misericordia? Cuando mi papa peca contra, ¿qué debo hacer? Abro mi bolso y digo: “Acá, papá, me entendiste y pensaste mal de mí, pero te perdono porque yo fui perdonado.” Entonces cuando la maestra en la escuela te vuelve loco, abrís tu bolsa otra vez. Después un matón te acosa horriblemente y te avergüenza, y cuando se calman las emociones, abrís tu bolsa de gracia y orás: “Perdónalo, Señor. Él no sabe lo que hace. Y se está haciendo daño interiormente a lo grande.” Entonces te encuentrás con un amigo que realmente está en necesidad porque su vida familiar es un caos, y le mostrás su amor y compasión como Jesús. De hecho, la misericordia de Jesús es el mayor factor de peso para que vivan una vida con sentido de servicio y de amor a los demás.
Esto ocurre durante toda la semana. Luego vienen la mañana del domingo, y se encuentran en la iglesia de nuevo confesando, “Dios mío, tengo un saco vacío.”
En serio, chicos, estoy asustado por ustedes. Este mundo es un caos absoluto. Pero también estoy seguro. Jesús los tomó en la fuente, y Él no los va a dejar ir. “Nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10:28). Estoy orgulloso de cómo han crecido. Estoy orgulloso de cómo han pasado la prueba. Estoy orgulloso de cómo han sido amables testigos de Jesús en sus jóvenes vidas. Y estoy absolutamente seguro de que la Iglesia tiene un futuro, porque Jesús tiene un futuro, y Él los ha hecho de Su propiedad para la eternidad. “Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2:10).
Papá
Pastor Matthew Harrison
«¡Vamos!» Marcos 1:38
